Que tienen en común entrenadores o profesores tan diferentes entre si como John Wooden, Dorothy Delay o Marva Collins para poder haber conseguido resultados asombrosos en sus pupilos

Que tienen en común entrenadores o profesores tan diferentes entre si como John Wooden, Dorothy Delay o Marva Collins para poder haber conseguido resultados literalmente asombrosos en sus pupilos.
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Son personas que sentían pasión por su trabajo,  querían a sus pupilos, creían en ellos y se lo transmitían. Al desafiarles a esforzarse para mejorar les transmitían que estaban haciéndolo por su bien. (Nuestro cerebro emocional es nuestro cerebro más potente: nos encanta sentirnos queridos).

Es asombroso descubrir que mentores tan diferentes como John Wooden, Dorothy Delay, o Marva Collins, aunque sabían que cada persona es un mundo y necesita un trato diferente, ( Phil Jackson decía que cada jugador tiene un “ interruptor “ escondido en un sitio diferente, ya que a cada uno le motiva algo diferente, interruptor que hay que saber encontrar para poder activarlo ),  daban  a todos sus pupilos la misma importancia y no descartaban a nadie, no descartaban, como hacían otros mentores, al que se rezagaba, sino que los ayudaban más.
 
Son personas que retaban a sus pupilos cambiar su destino, les demostraban que podían ser mejores.
 
- John Wooden cogió a un equipo universitario de baloncesto considerado el peor de la liga y consiguió ganar el campeonato con él. Después hubo temporadas que su equipo terminó invicto y llegó a cosechar 88 victorias seguidas, (¡¡casi nada!!).
Su filosofía  se podría resumir en: aprende algo cada día para ser mejor que ayer,  (no en ser en mejor que otro jugador),un pequeño “paso “diario, bien dado y consolidado, se convierte en un gran avance con el tiempo;  y si lo has dado todo no puedes haber perdido, aunque el marcador diga lo contrario.
 
-Dorothy Delay era una profesora de violín que se negaba a rechazar a ningún alumno, consiguiendo resultados espectaculares con alumnos rechazados por otros profesores, “por no tener  talento“. Delay no paraba de buscar fórmulas para que esos alumnos aprendieran,  hasta que por fin las encontraba.
Uno de los mejores violinistas del mundo, Itzhak Perlman, fue alumno de Delay y sus palabras son muy elocuentes: “Delay lo daba todo por enseñar y pocos maestros logran enseñar en una vida entera lo que Delay nos  enseñaba en muy poco tiempo“
 
- Marva Collins enseñaba a niños de Chicago que habían sido expulsados  de otros colegios, (algunos por varios colegios) por falta de aptitud y de actitud, consiguió unos resultados increíbles. Prácticamente todos pasaban de curso.
 
 (Estoy seguro de que estos mentores, además de premiar o reconocer cuando tocaba hacerlo, conocían bien un ratio estudiado por los científicos: antes de hacer una crítica a un pupilo es mejor decirle una, o varias cosas importantes que han hecho bien,  para compensar, - ya hemos comentado algo parecido en otro capítulo de este manual- .
Por cierto es mucho más didáctico y eficaz, al mostrar a un pupilo algo que hace mal, el preguntarle el por qué él cree que lo hace mal,  instándole a que lo descubra por  sí mismo. El coaching moderno explica que, a través de las preguntas del coach, el alumno se conciencia y aprende.
 
También estos mentores debían saber que es mucho más efectivo dejar a alguien que escoja y detalle como va a mejorar algo que ha hecho mal, es decir es más efectivo que le dejes participar en la solución en vez de imponérsela. Por ejemplo en vez de “ obligar “ un entrenador a un jugador obeso a hacer una dieta estricta, lógicamente es mejor preguntarle que le gusta comer que no engorde, y así animarle a que el se haga su propio plan de adelgazamiento.
Y por supuesto estos mentores debían saber  emocionar a sus pupilos - nuestro cerebro más potente es el emocional -,  por ejemplo al hacerles imaginar la vida maravillosa que vivirían si con muchos pasos concretos, hechos con el máximo esfuerzo posible,  al final  conseguían su objetivos.
No le digas, de entrada,  a un niño que estudie por obligación,  intenta primero convencerle emocionándole: por ejemplo explicándole efusivamente  lo feliz que será de mayor pudiendo ser un gran profesional en lo que le guste, si estudia
Todo lo que haga un líder para subir el  “ estado emocional “ de sus “ pupilos “ es poco. Al respecto conocí un empresario que  ponía música a sus trabajadores cuando entraban a trabajar).

 
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